Llegaba
tempranito a la capital... en unas horas sería la esperada re-unión... miraba los edificios y las calles, cada vez
q voy a Santiago me da la impresión de
que ambxs (las calles y los edificios)
están un poquitito más grandes que la
vez anterior... es como que los objetos de esa ciudad están en constante
crecimiento, junto con la ciudad.
Caminaba por Santiago entusiasmado,
mis expectativas se reducían a las
simples ganas de juntarme con hombres a compartir en libertad (socialmente
hablando), y para eso se necesitaba mirarnos a los ojos, sonreírnos, tratarnos amablemente, con cariño. De este
modo, mis expectativas se cumplieron al
minuto que entré a la sala, y todo el resto fue un regalo.
Yo dividiría la jornada en tres partes, aunque se mezclarán a
lo largo de toda la mañana.
La primera parte fue un encuentro, como lo es el encuentro de un grupo de niñxs desconocidxs (desconocidxs entre ellxs)
en una plaza, donde se ponen a jugar sin presentarse, ni analizarse, ni cuestionarse. Tomamos globos de colores y jugamos... queríamos hacerlo,
nadie se preguntó mucho por qué, pero queríamos hacerlo. Ahí compartimos
experiencias espontáneas, risas, conversaciones y alegría. Esa instancia nos
presentó como los seres sensibles y
frágiles que somos, nos envolvió en un ambiente sin competencia, sin pretensiones... nos posicionó en el anhelado ambiente de libertad, en un espacio amable, pero claramente político.
La segunda parte fue el compartir nuestras relaciones con nuestros padres.
Teníamos historias muy distintas, algunos con padres presentes, otros con
padres ausentes, pero un denominador en común: la distancia. La distancia se ha
expresado de forma categórica entre nosotros, los varones. Ser muy afectuoso y
cariñoso es símbolo de poca hombría y el ser homosexual se considera un insulto
desde chiquitito en el liceo... la
sociedad nos llena de miedos a cosas que no existen, planteando un estereotipo
de macho al cual debiésemos seguir, el
que contempla, entre otras cosas, opacar las
emociones y mantener distancia entre nosotros mismos. De este modo varios
recibieron la caja de herramientas desde muy temprana edad, pues serían los
hombres de la casa y deberían cuidar y proteger a sus mujeres (aunque ese cuidar algunas veces no sea mas que reprimir). Así
fue como nuestros padres ya habían recibido las cajas de herramientas (que
simbólico regalo) de nuestros abuelos, ya habían sido tratados con distancia y
ahora era nuestro turno, nuevas generaciones de machos preparados para jamás
llorar ni reclamar amor.
En la tercera parte compartimos nuestras emociones sobre nuestrxs hijxs, lxs que ya existen, lxs que
queremos que vengan y lxs no queremos
que vengan. La crianza es un trabajo social y colectivo, lo que además la
transforma en una instancia política, pues lo cotidiano es político.
Conversamos grandes traumas vivenciados, como la escuela y su carácter autoritario, donde cualquier gesto de
libertad es reprimido; conversamos sobre
la tortura del parto y los tratos inhumanos que reciben nuestras compañeras,
madres y hermanas junto a nuestrxs niñxs (donde además somos excluidos).
Conversamos además sobre la distancia que no queremos tener. No tenemos muy
claro como criar a nuestrxs hijxs, pero si sabemos que buscamos que se desenvuelvan
en un ambiente donde el amor, la creatividad y las emociones dancen sin
interrupciones en sus cabezas y las nuestras. De esta forma necesitamos des-aprender para al mismo tiempo aprender juntxs.
Volví a mi región contento, no hay grandes calles, solo las mismas casitas de colores de hace 100 años atrás, que se
derrumban y queman una y otra vez, pero que siguen ahí, entre tanto
laberinto. Pensé entre la diferencia de
ser hombre en Santiago o en Valparaíso... pensé como
sería un hombre chilote... pensé en un hombre boliviano, pensé en un hombre negro…
pensé en un hombre heterosexual, en
uno gay y en uno bisexual. Pensé en un rusio, pensé en un indio. Pensé que
nos une y que nos distancia. Pensé que
las distancias se acortan con sonrisas, con compartir un tecito caliente en la mañana. Pensé que juntxs la
vida es mas fácil y me fui
bailando pa la casa.
Poncho Con Pancho
Valparaíso
25 de Junio, 2014
Excelente iniciativa, mi esposo va y según lo que comenta es una gran experiencia.. slds, :)
ResponderEliminar