La cuenta pública del 21 de mayo pasará a la historia por el “perdón” de su Excelencia, los carteles protestando por Freirina, los Chocman repartidos a las abuelitas calcetineras y la ácida polémica twittera sostenida por un agitado grupo de activistas de la diversidad sexual. La controversia surgió después que líderes del Movilh aplaudieran de pie la mención de Sebastián Piñera a la bullada Ley Antidiscriminación. Molesto e inquieto por la inédita escena, protesté desde @elchedelosgays por el gesto “satisfacho”, denunciando así la evidente “derechización” de la causa gay en Chile.
No estamos “satisfachos” porque son múltiples las críticas que han surgido en la comunidad gay, lésbica y trans a la aplaudida Ley Antidiscriminación. Reparos que el Movilh neutraliza, celebrando el avance, pero omitiendo que la Ley sólo aborda aspectos punitivos, no contemplando acciones afirmativas y actos reparatorios a las víctimas. No educa en la diversidad, sólo castiga la discriminación y creer que la existencia de un castigo monetario – legal suprimirá actos discriminatorios o crímenes de odio como el de Daniel Zamudio, es desconocer los procesos sociales y culturales de un país. Representa un avance institucional porque -simbólicamente- instala la no discriminación como valor, pero mientras no demuestre efectos en la vida cotidiana, no podemos aplaudir “satisfachos”, menos si el asunto es controversial entre entendidos.
La polémica sacó del clóset las históricas diferencias políticas e ideológicas que existen en la comunidad gay, lésbica y trans organizada. Disidencias que se establecen en el modo de enfrentar la institucionalidad. Es legítima la lucha de organizaciones oficialistas como el Movilh que dedica su actuar a la implementación de “políticas públicas”, pero esa acción nunca es ingenua y debe ser contrarrestada con miradas críticas al significado normalizante e higienizante de dichas políticas. Tampoco pueden deslegitimarse otras estrategias no institucionales que apuntan a impulsar debates contra hegemónicos desde las calles, la cultura, el arte, las periferias o espacios académicos alternativos, ámbitos elegidos por otras agrupaciones y activistas de la disidencia sexual para complicitar con luchas sociales emprendidas por estudiantes, jóvenes, mapuches, trabajadores, feministas y ecologistas. Esa disidencia apuesta a transformaciones simbólicas y culturales, no sólo en el ámbito “corporativo” de los “asuntos propios de gays, lesbianas y trans”, sino disparando contra un esquema general de sociedad fundado en el paradigma neoliberal y sospechando de prácticas políticas que se acomodan tras pequeñas conquistas-arcoiris dentro del sistema, pero no socavando su estructura.
En el marco de la diversidad sexual no se puede apostar a un sólo referente, existen muchas instancias que buscan de distintos modos los cambios. El problema es que en medio de un gobierno de derecha neoliberal, ciertas diversidades están siendo instrumentalizadas por el poder institucional que las manipula y utiliza políticamente, haciendo ver como propias las conquistas comunitarias, quedando así poco espacio para un “cuarto propio”.
Entre necesarias tensiones ideológicas, aplausos “satisfachos” e intensas polémicas por las redes sociales, las historias de sumisión y/o emancipación del movimiento gay, lésbico y trans de Chile, transitan por diversos, ripiosos y sinuosos caminos que, desde los márgenes, no desde la institucionalidad, crearán espacios libres bajo el sol.
* Víctor Hugo Robles es periodista, activista y apóstata, conocido como “El Che de los Gays”.
————
Fotografía: Kena Lorenzini. Juventud de Renovación Nacional en Marcha por la Diversidad Sexual. 1 de octubre de 2011, Santiago de Chile.
Fuente: http://www.elquintopoder.cl/ciudadania/satisfachos-la-derechizacion-de-la-causa-gay/
No hay comentarios:
Publicar un comentario