“...Lo que se impone por la fuerza,
es rechazado y en poco tiempo se
olvida...”
Federico Luppi, Lugares Comunes.
Durante los últimos meses y debido al
asesinato homofóbico de DANIEL ZAMUDIO,
hemos escuchado en gran parte de los medios y en el cotidiano, la discusión
sobre una Ley Antidiscriminación.
Esta discusión que no deja indiferente a nadie, repite una fórmula ya probada
en que la norma legal a través de la coerción (en tanto es el poder hegemónico
del Estado -ejercido por unos pocos-) es comprendida como única forma de
modificar las conductas de las personas ¿Pero esto realmente genera cambios
culturales en los sujetos o en el mismo Estado?
Ejemplos de discriminación tenemos varios en
nuestra sociedad: segregación
barrial, lógica desde la cual se construye ciudad sin las y los
ciudadanos, desde la exclusión y la segregación territorial; discriminación de clase, en educación
por ejemplo, los sujetos empobrecidos estudian con otros sujetos empobrecidos,
campaña “pitéate un flaite”; étnica,
militarización del conflicto social en el sur; generacional, construcción de relaciones sociales entre
generaciones desde una matriz adultocéntrica; etc., etc., etc. ¿Para todas
estas discriminaciones necesitamos solo leyes?
Una de las tensiones que emerge al pretender
un cambio social a través de las Leyes
es que, independiente de que exista la sanción, siempre termina siendo para
unos pocos. Un ejemplo de esto: los Derechos
Humanos forman parte de la (ilegitima) constitución chilena, siendo un
acuerdo internacional al que el Estado de Chile suscribió hace muchos años,
pero todos los días sistemáticamente se vulneran y solo se sanciona en casos
excepcionales.
Por otra parte, nuestra sociedad está “acostumbrada”
a negativizar la discusión. Un ejemplo simple es cuando se acercan los
mundiales de futbol y mientras en gran parte de América y el mundo se habla de
clasificatorias nosotros nos remitimos al término eliminatorias. Esto es (o
será) por que no perseguimos la victoria sino que buscamos “no perder”. Así
mismo al hablar de una Ley Antidiscriminación
buscamos sancionar, a través de la represión, las acciones discriminatorias.
No se trata de no comprender la necesidad de la ley, sino de preguntarse acerca de si podemos centrar la
discusión en la norma, como si la normalización de las conductas de los sujetos fuese la única vía posible de regulación
social.
Se asume que la ley se “entiende” sabida por
todos, pero en la realidad uno solo se entera como opera realmente cuando
infringe la ley o cuando es vulnerado en sus derechos. Siendo una de las bases fundantes de un Estado como
el nuestro, pero ¿qué implica hacer la dicotomía entre sociedad e individuos?,
decimos esto porque al creer que la norma es la solución, opera una relación de
subordinación entre la sociedad/individuo o sea norma/individuos que no es
necesariamente efectiva y que peor aún, solo es aplicada para muchos pero para
el beneficio de unos pocos, desconociendo la relación dialéctica que existe en
la construcción sujeto-sociedad-sujeto como nos la plantea Martin Baro: los individuos construimos una sociedad y al mismo tiempo
ésta nos construye como sujetos.
El problema de la discusión centrada en la
ley es que la reflexión se reduce a la sanción
de la discriminación pero no hay un
aporte ni un interés real por iniciar una transformación más profunda. Que la
ley exista y sancione no significa que los actos ilícitos dejen de cometerse ni
que como sociedad dejemos de discriminar a los sujetos por su diversidad simbólica.
Creemos necesario legislar en un sentido
amplio y positivo, con respeto a la diversidad, cuestionando aquellas
iniciativas que centran “todos” sus esfuerzos y confianzas en el papel que
pueda desempeñar el Estado a través de sus leyes.
Como Kolectivo
Poroto, apostamos por una legislación
pro diversidad que promueva cambios culturales, que se remita a lo simbólico
llámese sexo, género, generación, clase, etnia, color, etc., y que integre a la
sociedad civil a un proceso de transformación, en que nos vinculemos todas y
todos. Como desafío reconocemos necesario hacernos preguntas desde nuestros
lugares de acción, en este caso, la militancia en género/masculinidades y
política, por los aportes que podemos realizar en tanto varones participes de
este proceso.
Mayo, 2012.
Comentarios a nuestro correo kolectivoporoto@gmail.com
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