Hace algunos días atrás nos dimos la oportunidad de compartir un espacio de
conversación sobre masculinidades; la instancia surgió de forma autogestionada, y gracias
al entusiasmo de Yafza Reyes, la disponibilidad de Surmaule que nos
acogió en su sede institucional y a la facilitación de Rodrigo Zúñiga del Kolectivo
Poroto, pudimos convocar a una veintena de personas alrededor de este tema
bastante novedoso en nuestra Región.
La actividad se realizó durante más de dos horas, durante las cuales abrimos el espacio
para conversar
sobre la relación entre el género y la importancia de ir construyendo otras
formas de “ser hombres”, más allá de la visión tradicional. Partiendo por una reflexión
sobre los permisos y las prohibiciones que nos
atañen en lo cotidiano y desde la propia
experiencia, realizamos un recorrido rápido (que por cierto
hubiese merecido una jornada entera de trabajo) para llegar a formular algunas ideas
sobre los cambios
necesarios en las prácticas de cada día.
Las expectativas al comienzo del conversatorio eran muchas, así como los temas que se
tocaron durante el tiempo que compartimos; así las cosas, hay algunos puntos
interesantes a destacar, que en ningún caso
pretender resumir el contenido del taller, sino que representan una serie de reflexiones
que surgieron
luego de compartir la experiencia con otr@s:
1. La masculinidad y las masculinidades, representan un ámbito de discusión bastante poco
explorado en el Maule; es por ello que la creación de este espacio autogestionado representa un logro
interesante que propone una clara provocación, en una realidad donde prevalece
la matriz cultural hacendal cruzada por las prácticas impuestas por el modelo neoliberal.
2. Hablar de masculinidades para nosotros los hombres, significa primero que todo
aventurarse sobre terreno resbaladizo: hay que tener la disponibilidad a ponerse en juego, a
ceder poder simbólico, a cuestionarse prácticas y actitudes. Hay quienes lo hacen a partir
de
un ejercicio racional (“crecí deuna cierta manera, pero me doy cuenta que las cosas así son
injustas”), y quienes lo viven con un
impulso más emocional y natural. En ambos casos, se
trata de un proceso de concientización muy
potente, que requiere perseverancia, pero que
finalmente puede liberarnos de muchas trabas y
complejos, y sobre todo permitirnos construir mejores sociedades.
3. Entender que hoy es difícil ser hombre, es una precondición básica para abrir la
conversación: tensión producida por la percepción tradicional de la masculinidad, que se
enfrenta por un lado a la mirada femenina y por otro a las aspiraciones del “hombre nuevo”,
generan espacios de incertidumbre, dudas y la ausencia de un modelo de referencia.
4. El derrumbe del prototipo “macho alfa” es un proceso justo, inevitable, en acto; entonces es
necesario proponer alternativas, nuevos caminos que hoy día están aún poco claros.
Esencialmente, esto conlleva la construcción de nuevas significaciones desde lo masculino,
acerca de todos aquellos aspectos que hasta el momento han quedado en la lista “prohibiciones”: la afectividad, la
emocionalidad, la crianza responsable y compartida, etc. Lo que no
significa necesariamente adoptar una perspectiva femenina (sería bastante cómodo y poco
provechoso, al final), sino conversar,reflexionar, compartir experiencias y relatar. A partir de
eso, el proceso pasa probablemente por la
comunión entre géneros de los discursos, con un
horizonte claro: lo humano.
En realidad, más que entregarnos respuestas, este espacio nos permitió abrir más
preguntas, darnos
cuenta de que es urgente hablar y buscar alianzas, hacer explícitos los
temas. En este contexto, un gran
agradecimiento va al Kolectivo Poroto, por la labor de
concientización que realiza a diario y la
disponibilidad que ha demostrado para abrir
conversaciones con quienes nos estamos acercando al tema de las masculinidades.
Stefano Micheletti, ONG Surmaule
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